Hablar o no hablar

A raíz de una faringitis y de una apuesta que en último término perdí, y cuyos términos no serán revelados, y aprovechando que mis distintos círculos sociales no convergen en absoluto, pasé el año pasado un mes sin hablar en mi universidad. Esto significa, fuera de un "oye" accidental y de otra excepción adicional, no dije ninguna otra palabra, si bien sí he escribí, gesticulé, moví los labios, y demás.

Al comentar esto entre conocidos y amigos, una reacción frecuente es el asombro. En mi experiencia, no obstante, callar el pico no supone un gran esfuerzo; frecuentemente no tenía nada que decir. No obstante, cuando sí tenía algo que decir, cuando hablar me hubiera sido útil, me hubiera sido útil en extremo. Por ejemplo, una guapa chica me devolvió mi móvil tras yo haberlo perdido, y acto seguido me pregunto mientras se iba si era el mismo Nuño que tenía un blog. Qué rabia no poder responder.

Curiosamente, mediante la gesticulación todavía podía tomar en cierta medida parte en muchas otras, en la mayoría de las conversaciones, lo cual sugiere tanto que el nivel de complejidad de una conversación típica era ínfimo, como que el gesto puede transmitir mensajes inusitadamente elaborados. Sobre lo segundo, llegué a comunicar en pocos segundos a un profesor "No, no es que esté haciendo un voto de silencio, es que estoy enfermo y ellos son tontos" de la siguiente forma: hacía algunos gestos, él me dice lo que cree entender y yo le corrijo, matizo o rechazo su interpretación. Finalmente, cuando ha dado en el clavo, hago un gesto de afirmación.

El contexto por supuesto ayudaba, complementado por un factor x: la inteligencia o intuición social de aquel con el que hablaba. De ser elevada, casi me podía comunicar de manera fluida, y en el caso contrario me estrellaba contra muro tras muro y tenía que recurrir a sacar mi cuaderno. Por otro lado, en ningún caso encontré una forma exitosa de transmitir lo relacionado con el tiempo: hoy, ayer, mañana; mis símbolos eran como un cumpleaños feliz interpretado con los nudillos en la mesa: obvios para el emisor e indescifrables para el receptor.


Extraído de: https://mathwithbaddrawings.com
N.B: Puede existir una relación entre esta entrada y:

De filosofía y matemáticas he adquirido la manía de dividir y analizar en casos. Hasta ahora he considerado la combinación no hablar pero sí comunicarse. Queda todavía la combinación trivial: hablar y comunicarse. También está  hablar pero no comunicarse, como se hace con aquellos que no te caen bien pero a los que no puedes evitar. Y finalmente no hablar y no comunicarse, que es lo que hacía una chica que conocí este verano, tímida timidísima y que me destrozó al ajedrez 12-0 (luego "remonté" 17-6). Por otro lado está el identificar comunicarse con hablar, como hago y se hace en Whatsapp al decir "hablamos luego", en vez de "nos escribimos luego".

El menú de niños, por si alguien quiere probar un aperitivo, es un juego llamado "Person do thing" (Persona hace cosa: https://www.persondothing.com/), en el que se tiene que transmitir una palabra, p.ej. "esqueleto" utilizando 36 palabras simples predeterminada. Esto me lleva a una idea cuyo esquema recibí hace unas semanas: Frente a comunicar un mensaje totalmente, también se pueden simplemente transmitir las instrucciones para que el lector lo reconstituya en su cabeza, como un mueble de Ikea o como el lector avispado habrá hecho al leer "hablar o no hablar" y completar con "esa es la cuestión". Los chistes que disfruto tienen algo de esto y por esto a veces dejo frases sin terminar.

Retomando el tema del lenguaje corporal, merece la pena la siguiente entrevista con el humorista George Carlin: https://www.youtube.com/watch?v=QirDGt2t9X0. Recomiendo o bien dedicar al menos media hora al siguiente ejercicio o bien ignorarlo completamente. En el primer caso, véase primero el vídeo con y luego sin sonido, tomando apuntes; a mi esto me hizo pillar, hizo clic el lenguage corporal, donde incluyo tanto el tono y el ritmo de la voz como las frondosísimas cejas, con las cuales continuamente interpela al presentador, en oposición al lenguaje verbal, donde incluyo solo el mensaje. El contraste entre las barbaridades que suelta y su cándida actitud es, por otra parte, muy gracioso. Vale.

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